Autor: Fad Juventud
26 octubre, 2017

La sociología de la juventud tiene entre sus objetivos obtener respuestas sobre las expectativas de las personas jóvenes, tanto a nivel personal como colectivo. Según el Barómetro 2017 del ProyectoScopio el optimismo juvenil es relativo, casi la mitad de ellos y ellas creen que su situación personal general mejorará. Este dato se matiza al preguntarles sobre las perspectivas de su evolución económica y laboral: la mitad del colectivo cree que se quedará como está, frente a la otra mitad más polarizada en sus opiniones.

El Barómetro 2017 del ProyectoScopio, herramienta de análisis del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD, parte de la situación actual de la población joven para estudiar su visión del porvenir. ¿Cuáles creen que son los problemas que más les afectan aquí y ahora? Todo lo que tiene que ver con lo laboral: los bajos salarios, la inseguridad y la precariedad de los empleos y, por supuesto, el paro, que según la última EPA se establece en un 41,7% para los y las menores de 25 años (una barbaridad).

Como indican desde esta entrada del blog del ProyectoScopio, quizás no sorprende que la sensación de posible mejora sea superior entre los chicos que entre las chicas, entre los y las adolescentes y entre quienes tienen mayores niveles de estudios y/o se encuentran en una situación social más favorable. Lo que sí puede causar asombro son los matices de estas perspectivas de progreso: si se les pregunta sobre sus oportunidades laborales frente a las de sus progenitores, casi la mitad creen que serán peores; y si se les cuestiona sobre las mejoras laborales en España, también la mitad cree que nos quedamos como estamos. Adiós vaso medio lleno, empezamos a ver el vaso medio vacío.

Según el Barómetro 2017 del ProyectoScopio, los y las jóvenes asumen muchos “tendré que” para su futuro laboral: tendré que trabajar en lo que sea (un 70%), tendré que estudiar más para tener hueco en el mundo laboral (un 68%), tendré que depender económicamente de la familia hasta que me salga algo (un 61%) o tendré que emigrar al extranjero para trabajar (el 40%). Al menos irse a trabajar fuera no les suena tan tremendo, sobre todo para aquellos y aquellas que por motivos de edad o de situación económica pueden permitirse marcharse al extranjero a trabajar: la población juvenil de más de 25 años y quienes tienen estudios superiores.

Volviendo a la metáfora del título, que ya se ha utilizado para repensar el mundo en que vivimos y viviremos, podríamos decir que, en general, la adolescencia y la juventud española no tienen un discurso ni claramente entusiasta ni claramente derrotista sobre cuándo llegará el invierno, si ya está aquí o hacia dónde hay que ir para combatirlo. El relato sobre el futuro de los y las jóvenes hay que estudiarlo en detalle para que nos muestre su potencial para entender el devenir social y, en un orden ya no sociológico sino estratégico, para intentar encontrar la manera de recuperar la primavera.