Autor: Fad Juventud
27 febrero, 2019

La juventud, desde una mirada simplista, sería aquella etapa de la vida que va después de la etapa infantil y antes de la etapa adulta. Sin embargo, es una categoría que no depende solo de la edad biológica, sino que requiere ir más allá.

¿Qué es ser joven? La pregunta del millón. Como indica Rafael Merino (2019) “definir la juventud se ha vuelto cada vez más problemático en nuestras sociedades contemporáneas”.  ¿Por qué? Porque los itinerarios a la vida adulta cada vez son más variados, más difusos y más complejos. Merino, en este artículo del medio de divulgación científica The Conversation, nos recuerda que la perspectiva tradicional marcaba la finalización de los estudios, el primer trabajo y la emancipación residencial como hitos necesarios para pasar de ser persona joven a adulta. Pero, claro, con eso del “aprendizaje a lo largo de la vida”, ya no sólo son los y las más jóvenes quienes estudian; y, con la crisis, lo de tener un trabajo y un hogar propio se ha vuelto una cuestión harto complicada.

Entonces, ¿cómo podemos salir de este atolladero conceptual? Porque, para quienes trabajamos en juventud, es necesario establecer franjas etarias, criterios y puntualizaciones… Pues parece que lo de tener los estudios finalizados, o no, queda descartado como atributo exclusivo de “lo juvenil” y parece también que esto es una buena noticia, pues la sociedad cada vez está más formada y nunca deja de aprender. Pero en lo referente a tener casa y curro, y no un curro cualquiera, sino uno que nos permita tener ingresos suficientes como para independizarnos, nos topamos con un muro estructural que, además, incide en otros aspectos de la vida, como formar una familia, sea del tipo que sea. A estas condiciones se suman variables sociológicas clásicas, como el género y la clase social, además del lugar en el que naces, por descontado. Total, que la incógnita de la ecuación no es fácil de despejar.

La REJS (Red de Estudios de Juventud y Sociedad), a la que pertenece el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, Santander y Telefónica trata de abordar estas cuestiones a través de un terreno muy concreto: la labranza de un campo específico de estudios de juventud. Este grupo de trabajo y coordinación articula todas sus hipótesis, actividades docentes y de difusión del conocimiento en torno a “lo joven”, con la particularidad de hacerlo con el apoyo del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, correspondiente al Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, dentro del cual recorre su segunda etapa de andadura. Esta REJS 2.0 está compuesta por diez grupos de investigación de diferentes áreas de las ciencias sociales y coordinada por Carles Feixa Pampols, catedrático de antropología social.

Volviendo a Merino, definir lo que es ser joven es un imperativo, no solo para el estudio, sino también para desarrollar políticas y/o estrategias de orientación y acompañamiento de la juventud “para que puedan, si quieren y cuando quieran, dejar de ser jóvenes”. He aquí el quid (social) de la cuestión: hay que poner el foco en lo ellos y ellas quieren ser, particularmente. A algunos les molará ser millennials, pero a otros no porque eso supone ciertas etiquetas con las que no se sienten identificados; los de aquí abanderarán lo de ser de una generación u otra, si eso les sirve para enarbolar alguna lucha, mientras que los de allá no verán provechoso ser parte de “un montón”. Por lo tanto, no importa tanto cómo nos referimos a ellos sino el que lo hagamos desde la conciencia de que todo colectivo se resiste a la generalización, sobre todo cuando estigmatiza, lastra o aburre.