Autor: Gema Calderón Aguado
13 marzo, 2018

El pasado 16 de febrero, en la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas en Madrid, se presentó el 4º Informe del Observatorio Noctámbul@s sobre la relación entre el consumo de drogas y las violencias sexuales en contextos festivos y de ocio nocturno. El informe se divide en tres ejes temáticos: el ámbito del ocio nocturno, el de la prevención, y el de la relación entre urbanismo y percepción de seguridad asociada al mismo.

Un 57% de las mujeres encuestadas, frente al 4% de los hombres, han vivido alguna vez situaciones de violencias sexuales normalizadas en espacios de ocio nocturno, según el informe. El alcohol es la sustancia más consumida en contextos festivos, con un porcentaje de ingesta voluntaria de un 69% tanto para chicas como para chicos. Entre las agredidas, casi tres cuartas partes declara que en el momento de la agresión había consumido poco o nada de alcohol y un 26% señala haber consumido hasta llegar al punto de no poder reaccionar. Otros datos destacables del informe apuntan a un 70% de agresores (autores de comentarios incómodos o insistencias) que asegura haber consumido mucho alcohol u otras drogas y a un 42% de víctimas de una violación sin fuerza que percibió que su agresor había consumido mucho.

Aunque no es excusa el consumo de ningún tipo de sustancia para recibir o realizar ningún tipo de agresión, parece que la sociedad lo analiza de forma diferente en ellos y en ellas si existen este tipo de consumos de por medio… Mientras que las mujeres podrían llegar a ocultar su consumo para evitar la culpabilización por haberse “expuesto voluntariamente” a una situación peligrosa, los hombres lo pueden utilizar a “modo de disculpa” por haber cometido determinadas acciones. Para evitar este juego perverso de culpabilización/concesión, el Observatorio propone cambiar el lema “no es no” por el solo “sí es sí”, fórmula que se centra en el consentimiento afirmativo y que, según Noctámbul@s, debe ser entusiasta y ser expresado con libertad.

Después de ver todos estos datos que se nos ofrecen, el informe destaca la importancia de generar estrategias preventivas con perspectiva de género para el empoderamiento comunitario. Es fundamental que las campañas no se limiten a un cartel o una acción puntual sino lograr estrategias a largo plazo destinadas al empoderamiento de toda la comunidad frente a las violencias sexuales. Esta concienciación debe ser trabajada por parte de todas las personas y desde muy pequeñas ya que de este informe también se desprende que los chicos tienen más dificultad que las chicas para percibir e identificar las violencias sexuales que ocurren en su entorno, e incluso encontramos lo que se ha dado a conocer como “agresores fantasma”, que aunque perciben y viven multitud de violencias sexuales, no se identifican como agresores.

Como último punto queremos hacer referencia a algo que en un primer momento parecería que no tiene relación con el tema que nos ocupa, pero que si lo pensamos con detenimiento, tal como nos han hecho ver en el informe, es algo de vital importancia: la configuración urbanística del ocio nocturno (recorridos a pie, horarios, espacios…) también forma parte del miedo e inseguridad en las mujeres. En este sentido, encontramos algunos ejemplos, como los protocolos y planes de actuación municipales, que están llevándose ya a cabo en algunos lugares para fomentar la vivencia libre y segura de la vida nocturna.

Además de los informes anuales, el Observatorio Noctámbul@s, dependiente de la Fundación Salud y Comunidad, ofrece formación y asesoramiento sobre violencias sexuales, consumos de drogas y ocio nocturno y realizan campañas de sensibilización social sobre esta problemática.  Pero no puede depender todo de un Observatorio: para poder lograr que todo esto sea un mal recuerdo y no sean necesarios este tipo de informes, la sociedad al completo debe actuar en una misma dirección, cada quien aportando su granito de arena.