Autor: firmainvitadapj
20 abril, 2018

Carmen Rivero Ruilope*

Cada dos años, el Plan Nacional Sobre Drogas (PNSD) emite los resultados de la encuesta ESTUDES, realizada a jóvenes entre 14 y 18 años. En ella se ve reflejado el uso que hacen nuestros y nuestras jóvenes de las drogas. En el mes de marzo se ha publicado la XII edición, donde se muestran algunos datos que merecen ser comentados y que nos deben preocupar seriamente. Si bien es cierto que muchas de estas estadísticas han mejorado las cifras respecto a dependencias de anteriores ediciones, los porcentajes alcanzados no son, ni muchísimo menos, lo deseable para ediciones venideras.

Aunque la edad media de inicio del consumo de alcohol se ve retrasada por primera vez a los 14 años, el porcentaje de adolescentes que realizan el “consumo por atracón” (5 o más vasos, cañas o copas de bebidas alcohólicas en una misma ocasión) sigue siendo excesivamente elevado: el 31.7% de los escolares han consumido alcohol de esta manera en los últimos 30 días. En la actualidad, el alcohol es una droga normalizada por la gran mayoría, no se le da importancia a las verdaderas consecuencias que conlleva el consumo continuado y excesivo, y no es un problema de desinformación, porque hoy en día tenemos acceso a datos a través de diferentes medios: programas de radio y tv, charlas en colegios, campañas informativas de distintas asociaciones y ONG, etc. Sin duda, uno de los mayores problemas es la permisividad por parte de los progenitores, por eso se ve tan necesaria la educación y las campañas dirigidas a estos, sobre todo porque los padres y madres de los y las adolescentes actuales se han educado en una cultura de consumo habitual y normalizado y desconocen muchos de estos perjuicios.

Esta permisividad no solo se encuentra en el consumo de alcohol, también en el consumo del cannabis e hipnosedantes. Los porcentajes del consumo en el último año de estas sustancias en la ESTUDES son: 26,3% y 5,4% respectivamente. Es importante remarcar que el cannabis es la sustancia más consumida por los y las estudiantes y el consumo de hipnosedantes ocupa el cuarto lugar. El uso de estas sustancias en muchas ocasiones está relacionado con la intención de evadirse de los problemas con su familia, amigos, pareja… Según dicen los y las jóvenes, parece “una gran idea para relajarte antes de un examen, o simplemente para pasar un rato con amigos”. En lo que cabría profundizar es en si estos y estas jóvenes conocen las incidencias que el consumo de estas sustancias, y sobre todo a edades tan tempranas, tienen sobre su salud. Algunos estudios demuestran que el principal componente del cannabis, THC, tiene efectos directos y muy negativos en el desarrollo cerebral, y este desarrollo se extiende por lo menos hasta los 25 años. Por otro lado, los hipnosedantes tienen una alta capacidad adictiva tanto a nivel físico como psicológico y su eliminación es difícil y costosa.

No podemos olvidarnos del tabaco, sustancia que cada vez tiene peor reputación en la sociedad, pero que llamativamente aumenta su popularidad en las personas entre 14 y 18 años. En esta franja de población, el número de individuos que declara haber fumado tabaco en el último año ha aumentado (34,7% frente al 31,4% de 2014). De hecho, es la segunda droga más extendida en este grupo de edad. Se observa además que el 20,1% de estos y estas jóvenes ha utilizado cigarrillos electrónicos (con o sin nicotina) alguna vez en la vida. Aunque no existen estudios determinantes sobre el consumo de este tipo de cigarros, algunos datos desvelan que el vapor que se inhala contiene sustancias cancerígenas y productos químicos tóxicos; y hay que tener en cuenta que la nicotina siempre será una sustancia muy adictiva en cualquiera de sus formas.

Respecto a la prevalencia del consumo de otras sustancias, destacamos que el de cocaína desciende alcanzando mínimos históricos, no llegando al 1% en ninguno de los indicadores temporales estudiados. La heroína vuelve a salir a la palestra en los últimos días, debido al aumento de noticias sobre los narcopisos o los decomisos, pero los datos se quedan en meramente anecdóticos, no alcanzándose el 1% de consumidores en ningún caso.

Como conclusión, podemos decir que en la actualidad sigue habiendo una relación directa entre el consumo de drogas y la diversión/ocio. A pesar de las múltiples campañas que desde diferentes entidades se realizan, como por ejemplo la FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) que de forma intensa y continuada desarrolla una labor de información y asistencia al respecto, el calado de las mismas no es el suficiente, lo que nos indica que debemos trabajar más entre todos para que las generaciones de jóvenes actuales, y las que estén por venir, tengan la oportunidad de salir de este mar de consumo generalizado y normalizado que nos rodea.

Por último, anotamos que existen adicciones sin sustancia a las cuales debemos darles por lo menos la misma importancia que a las adicciones con sustancia. En este caso, nos referimos a la adicción a las nuevas tecnologías (móvil, internet y videoconsolas/videojuegos). Si bien los casos de adicción aún no son numerosos en España, sin duda existe un abuso de las mismas. Se observa que el uso compulsivo de internet, en la actualidad, asciende hasta el 21% en los adolescentes y jóvenes. Las consecuencias negativas de este abuso son diversas, entre ellas cabe destacar: la falta de habilidades sociales en los y las jóvenes debido al uso continuado y habitual de redes sociales para comunicarse con su entorno; el desarrollo de jóvenes cada vez más impacientes (las nuevas tecnologías ofrecen casi todo YA); la incidencia de jóvenes con problemas físicos debido a la falta de ejercicio y problemas de sueño, etc. Esto nos da una pista sobre el duro trabajo que debemos hacer también sobre este problema, que no solo afecta en esta etapa de la vida, sino que se empieza a extender entre los más pequeños e incluso en franjas de edad de adultos.

*Carmen Rivero Ruilope es voluntaria del teléfono 900 de la Fad. Licenciada en Psicología, Máster en Psicología Clínica y de la Salud, se ha ido especializando en el tema de los consumos de drogas, siendo conocedora de la historia, aplicaciones e incidencia social de las distintas sustancias. En la actualidad, además, cursa Máster en Neuropsicología.