Autor: Alicia Avilés Pozo
7 noviembre, 2019

Llegan unas nuevas elecciones generales y las propuestas destinadas a la juventud no solo siguen siendo escasas sino que siguen difuminadas entre una actualidad mediática muy polarizada donde las agendas de los temas sociales han quedado relegadas a mítines locales sin apenas trascendencia. Pero la realidad no ha cambiado para la mayoría de los y las jóvenes del país. Estudio tras estudio, vuelven a manifestar preferencias y opiniones alejadas de su confianza en la política y/o las instituciones. Se autoubican en un centro que no siempre coincide con el ideológico y reflejan un desencanto generalizado muy similar al de hace solo seis meses. Conviene recordar que buena parte del abstencionismo en los comicios de abril tenía su origen en esta franja de edad. Esto no sucede porque sí y en sus opiniones está la respuesta.

El nuevo Barómetro Juvenil 2019 del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud ha vuelto a marcar una pauta del todo destacable en cuanto a la participación política y el activismo. Los expertos en sociología y política Ana Rubio, Anna Sanmartín, Patricia Tudela y Juan Carlos Ballesteros han sido los encargados de realizar este informe, que recoge las opiniones juveniles sobre un conjunto de temas para analizar su percepción sobre las formas de participación política, el funcionamiento del sistema democrático, su confianza en las instituciones, su participación asociativa y sus formas de activismo.

Hemos analizado algunos de estos datos con Berta Barbet, politóloga por la Universidad Pompeu Fabra, máster en Comportamiento Político por la Universidad de Essex y doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Leicester. Estudia los condicionamientos de contexto de la opinión pública y es miembro del proyecto independiente Politikon, que promueve debates y políticas basados en el conocimiento de las ciencias sociales.

Autoubicación: ¿por qué el centro?

En el apartado referido a la autoubicación, uno de los datos más relevadores del estudio es que la mayoría (un 37,1%) se posiciona en el centro ideológico. En la izquierda lo hace el 33,9% y en la derecha el 15,5%. ¿A qué se debe una autoubicación de centro tan amplia? Berta Barbet opina que las posiciones de centro pueden implicar dos cosas: o posiciones equidistantes o indiferentes entre los dos lados. “Es fácil que las nuevas generaciones, aún poco politizadas y con preocupaciones no siempre alineadas con el discurso dominante en política, opten de forma más general que otros por posicionarse en la indiferencia entre los dos lados”.

Su identificación con diferentes posiciones en cuanto a la religión ofrece unos porcentajes mucho más polarizados. Por ejemplo, el 63,6% se considera poco o nada religioso y solo el 16,9% muy religioso. Nos encontramos en este punto con la confirmación de un proceso de “secularización” de la población española que es “claro y constante” desde hace años, apunta la politóloga. “Estamos ante una generación a la que muchas veces ya no se ha educado en el catolicismo. Los ‘baby boomers’, a diferencia de las generaciones anteriores, se han casado menos por la iglesia y van menos a la iglesia. Es normal que sus hijos no se identifiquen con esta religión”. 

Y al margen de esta autoubicación, ¿cuáles son las causas sociales que más apoya y por las que se preocupa la juventud? El estudio vuelve aponer negro sobre blanco contra ese nihilismo entre los jóvenes tan fácil de predicar pero que no se corresponde con la realidad. Se establece que entre las causas sociales que más apoyan los jóvenes está el medio ambiente, seguido de la igualdad entre hombres y mujeres. Resulta significativo porque ninguno de ellos (salvo hechos puntuales) forma parte actualmente del discurso político de las últimas semanas. Para Berta Barbet, esto significa que las nuevas generaciones no se han socializado con los conflictos que definieron los retos del pasado, pero sí con el periodo post-crisis en el que la socialdemocracia “ya no presentan proyectos claros y nítidos”. Considera así que es lógico que los conflictos que han hecho suyos son los que han surgido en esta época. “Tanto el cambio climático como el feminismo han entrado con fuerza en la agenda mediática, que no necesariamente en la política”.

“La palabra de los jóvenes no está en el discurso político”

“Son jóvenes que comparten noticias y ven movilizaciones en estas causas, que las entienden y se saben posicionar en ellas mejor que en otras causas menos visibles en los últimos años”, añade. ¿Por qué entonces no ocupan un lugar importante en los mítines de los candidatos políticos? Desde el Consejo de la Juventud de España (CJE) tienen claro que sigue sin contarse con la palabra del electorado joven para la construcción de los discursos. De hecho, recientemente se ha sumado a la campaña de Naciones Unidas y del Foro Europeo de la Juventud, reivindicando estructuras a través de las cuales las personas jóvenes puedan participar e incidir directamente en la toma de decisiones.

Según Ramos de la Rosa, presidente del CJE, “los espacios seguros para la juventud se caracterizan por tres aspectos clave: libre expresión de las personas jóvenes, la plena inclusión de estas y la participación en la toma de decisiones”. Esta campaña surge como respuesta ante las condiciones en las que vive la juventud, que, en España, con un 35% de paro juvenil y 56% de sobrecualificación, es el colectivo con más personas viviendo bajo el umbral de la pobreza, según la encuesta de condiciones de vida del INE, datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) y el Observatorio de Emancipación.

La conclusión de todo ello es que, en comparación con un estudio similar de 2017, en la encuesta del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud persiste la desconfianza en la política. Los partidos son los que generan menos confianza: hasta el 66% de jóvenes la manifiesta muy baja. Este dato no es nuevo. Pero los políticos no parecen darse por aludidos. La prueba es que poco o nada ha cambiado el discurso y lenguaje político en dos años.

Berta Barbet así lo constata. Y considera que se debe a distintos factores, aunque el más importante es la crisis de representación de los partidos en un contexto “en el que la sociedad y la política han cambiado en direcciones alejadas a temas más relacionados con la crisis económica”. Explica en este sentido que los jóvenes que sólo han vivido esta época de los partidos tienen visiones más negativas. Pero no es solo la juventud. “Si miramos datos parecidos entre población adulta, los niveles de desconfianza también se sitúan por encima del 60% en adultos”, apunta la socióloga. 

Por último, resulta imprescindible poner la lupa sobre las redes sociales. El estudio desvela que el 87,3% de jóvenes presentan acuerdos altos (59%) o medios (28,3%) con la consideración de que las redes contribuyen a la democratización de los debates públicos. Por el contrario, un 30,7% de las personas jóvenes opina que desnaturalizan o pervierten la acción política. ¿Qué significa? ¿Una relación amor-odio? “Esa relación la tenemos todos con las redes”, resalta la experta.

Mensaje pedagógico vs mensaje pernicioso

“Como cualquier cambio tecnológico, aún está por ver cuál es el impacto final de las redes sociales. En cuanto a la perversión del mensaje dependerá mucho de para qué lo utilizan y con quién. En las redes, como en los medios tradicionales, se pueden mandar mensajes muy correctos y muy pedagógicos, o muy perniciosos y anti-democráticos”.

Al final, “lo único que sabemos de cierto es que las redes hacen que la gente se pueda poner en contacto fácilmente con otros que piensan como ellos”. Eso puede ser bueno y conviene quedarse con ello en casos como la organización de ‘Fridays for Future‘ contra el cambio climático, pero “muy malo” si lo que piensan es que la tierra es plana y los gobiernos nos espían”.

¿No debe ser la clase política la que marque un mensaje positivo, algo que no está haciendo? ¿No es una (enésima) campaña electoral el momento adecuado para hacerlo? ¿Cuántos comicios más hacen falta para que el electorado joven sea tenido en cuenta?