Autor: Alicia Avilés Pozo
27 agosto, 2018

Expertos del estudio ‘Jóvenes y empleo. Escenarios de futuro’ defienden estos factores como la mejor fórmula contra la precariedad con horizonte 2022

La tasa de desempleo entre menores de 25 años no consigue bajar del 34% y la gran mayoría de ocupados tiene estudios universitarios o de Educación Secundaria

Inmaculada Cebrián: “La brecha social por la falta de cualificación va a ser un factor muy importante”

Las nefastas consecuencias de la crisis no cesan. No dan respiro en muchos aspectos sociales, pero es en los jóvenes donde parecen rozar la permanencia. Por eso los investigadores siguen intentando vislumbrar un horizonte algo esperanzador para ellos, basado en todas aquellas claves de futuro que permiten poner freno al desempleo juvenil. Porque los datos son irrefutables, como ya abordamos anteriormente en este blog. La última Encuesta de Población Activa (EPA), correspondiente al primer trimestre del año y hecha pública este verano, desvela que la tasa de paro entre menores de 25 años se ubica en toda España en el 34%, casi la tercera parte de la población. Ha bajado en los dos últimos años, pero apenas se genera empleo estable para ellos. La precariedad, la temporalidad y la ‘subocupación’ siguen más que presentes.

Ante todo ello, ¿qué nos dicen los expertos? El estudio ‘Jóvenes y empleo: escenarios de futuro’ ha querido poner sobre la mesa varias posibilidades. Ha sido elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad Juventud y analiza el futuro de la empleabilidad juvenil en España en un horizonte hasta el año 2022.

El análisis de este último estudio es la continuación del informe anterior ‘Jóvenes y empleo. Una mirada desde el Derecho, la Sociología y la Economía’, que realizó un grupo de investigadores dirigidos por Ricardo Escudero y en el que se analizaba la empleabilidad de los jóvenes españoles menores de 30 años. Ahora se han querido dilucidar los pasos que se deben seguir para diseñar un marco regulatorio que ayude a equilibrar las fuerzas del mercado de trabajo y mejorar definitivamente el bienestar del colectivo juvenil. Para ello, aplicando técnicas cualitativas diseñadas de acuerdo con la metodología Delphi, se ha consultado a expertos con diferentes perfiles, procedentes de varias disciplinas e instituciones, pero todos con el rasgo común de haber estado relacionados con la población joven en algún momento de su actividad profesional.

El dato más revelador del informe es que una alta mayoría de estos expertos (82,2%) afirma que el acceso al empleo para las personas más formadas será más fácil. No obstante existen posiciones muy divididas sobre la idea de si una mayor formación implica un empleo de mayor calidad. En esta línea, el 93,2% opina que quienes solo tengan una formación básica tendrán grandes dificultades para encontrar trabajo. “El acceso al empleo de personas más formadas será más fácil, aunque una mayor formación no implique, necesariamente, un empleo de mayor calidad”, señala. ¿Es la única garantía? No, pero sí la más eficaz. De hecho, apuntan que la Formación Profesional se posiciona como la titulación que más aumento de empleabilidad generará en el horizonte estudiado (95,6%).

Inmaculada Cebrián es doctora en Ciencias Económicas por la Universidad de Alcalá de Henares y está especializada en ámbitos como el desempleo, la precariedad y las desigualdades salariales. Es la autora de la sección del estudio referente a la población juvenil en su contexto. Durante la presentación del mismo, estas fueron sus impresiones sobre la importancia de la brecha social generada por la falta de formación:

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Hay algunos datos de la última EPA que vienen a respaldar parte de esta reflexión. Por ejemplo, si analizamos los índices de personas ocupadas en la actualidad, de los 20 millones que actualmente disponen un empleo, más de 8 millones tienen Educación Superior; y prácticamente la misma cantidad finalizaron sus estudios en el Bachillerato. La formación cumple aquí un papel primordial, puesto que de la cantidad total de ocupados, tan solo 188.000 personas tienen incompletos los estudios primarios y alrededor de 33.000 son analfabetos.

El informe trata también de arrojar luz sobre el futuro. La gran mayoría de las opiniones vertidas (83,1%) apunta que el desempleo juvenil, en cifras absolutas, descenderá en los próximos cinco años. Y concreta más. Una amplia mayoría del panel consultado (95,9%) considera que el sector terciario y, en menor medida (66,7%) el sector cuaternario (I+D+I), serán los promotores del crecimiento de la empleabilidad juvenil en España. Hay un alto consenso (91,3%), por el contrario, que sostiene que en el próximo quinquenio, el sector privado habrá conseguido mejorar la creación de empleo en España.

Sobre esta cuestión también profundiza Inmaculada Cebrián:

Más variables de análisis sobre el empleo juvenil: con consensos moderados, el panel consultado sostiene que la movilidad juvenil por necesidades laborales aumentará, tanto en lo que se refiere a la movilidad interautonómica como a la emigración laboral (consensos de 50,8% y 54%, respectivamente)

Por su parte, los aspectos que intervienen en la estructura laboral de la empleabilidad juvenil han obtenido altos consensos y posturas compartidas por la gran mayoría del panel de expertos. Algunas de las más significativas son que la brecha social y las diferencias entre personas jóvenes aumentarán porque el mercado laboral discriminará cada vez más a los que tienen experiencia cualificada; que solo lo que tengan una formación básica tendrán “graves dificultades para encontrar empleo; que el mercado de trabajo siempre penalizará con los empleos de peor calidad a la población juvenil por no tener experiencia laboral; y que la iniciativa, la proactividad y el emprendimiento juvenil para encontrar empleo tendrá cada vez mayor relevancia.

A su vez, también existe un alto consenso sobre la idea de que, en los próximos cinco años, no se verá reducido el número de contratos eventuales (obra y servicio y otros) para la población juvenil (84,1%). En relación a los tipos de contratos que se prevén para la población juvenil en los próximos años, existe un alto consenso sobre la idea de que se promocionarán las jornadas a tiempo parcial (87,5%), así como la existencia de mayores incentivos a la contratación a tiempo parcial de carácter indefinido (80,6%), sobre todo debido a que ello responderá al interés de las empresas (63,5%). En este sentido, una ligera mayoría (65,1%) opina que el fomento de esta modalidad contractual no se deberá a que aumente el número de personas trabajadoras que la deseen y soliciten.

Relacionado con lo anterior, también se han recogido altos niveles de acuerdo sobre las posturas que apuntan a un aumento de la utilización de los contratos de formación y aprendizaje por parte de las empresas de trabajo temporal (86,6%). Asimismo, una mayoría (75,8%) considera que la edad del/a trabajador/a joven destinatario de este tipo de contratos aumentará sin restricciones hasta los 30 años.

En las conclusiones del estudio se admite la “complejidad” y “controversia” alrededor de la evolución a corto-medio plazo de la empleabilidad juvenil y la incertidumbre sobre el horizonte más probable “ante un contexto cambiante, muy ideologizado y politizado, y sometido a importantes presiones de diversos grupos sociales afectados”.

Es el motivo por el que los expertos reclaman a las administraciones no sólo apoyos financieros sino la construcción de un contexto que garantice la eficacia de las medidas contra el paro entre los jóvenes. Algunas medidas concretas serían: la unificación de las fórmulas de estímulo para las contrataciones, la separación nítida de las prácticas no laborales y los contratos en prácticas, la promoción de un estatuto para las personas becarias, y la regulación de la colaboración interadministrativa entre los sectores de educación y trabajo, entre otras muchas.