Autor: Fad Juventud
30 octubre, 2018

 

*Arancha Sanz Seligrat

Cae el sol, es la víspera de Todos los Santos y, lo que es más importante para ellos y ellas, mañana no hay clase. Las calles se llenan de brujas, vampiros, zombies y otros monstruos del cine y las series actuales que han venido para quedarse. Es la Noche de Brujas y jóvenes y adolescentes de todo el mundo salen a celebrarlo. Pero… ¿por qué les gusta tanto Halloween? A continuación te ofrecemos “doce más una” razones para entender y apreciar este fenómeno. Entre otras, las raíces españolas con las que cuenta esta efeméride anglosajona.

1- Las fiestas temáticas. Para los y las jóvenes, cualquier momento es bueno para hacer uso y disfrute de su preciado tiempo de ocio y Halloween les brinda la excusa perfecta para organizar una fiesta temática por todo lo alto. Entre sus ventajas, encontrarse con sus amigos y amigas, conocer gente nueva, reír, bailar, olvidarse de las preocupaciones, desconectar de sus obligaciones …  Y, por supuesto, los disfraces, a los que dedicamos el siguiente epígrafe.

2- Los disfraces. Expertos y expertas le atribuyen múltiples beneficios psicológicos a la práctica del disfraz. Jugar a ser otro y otra, introducirse por unas horas en el cuerpo y mente de alguien que no son, favorece el desarrollo de su empatía porque les permite intuir lo que piensan y sienten otras personas. Interpretar un personaje también les ayuda a autodescubrirse y a mostrar esa parte que, de normal, condenan al subconsciente. La noche de Halloween es, pues, un canto a la desinhibición y a la pérdida de la vergüenza porque, detrás de la máscara, no existe el miedo al juicio o al rechazo.

La juventud, especialmente la adolescencia, es una etapa de asentamiento de la personalidad y un proceso evolutivo hacia la edad adulta. Disfrazarse por lo menos una vez al año puede ayudar a chicos y chicas a descubrir rasgos de carácter, sentimientos o destrezas que de seguro no sabían que poseían.

3- El placer de pasar miedo. Tiene una explicación científica. Cuando el miedo estalla, el cerebro libera adrenalina y dopamina. Estas dos hormonas producen una sensación de euforia y placer que algunas personas califican de casi “adictiva”. Eso sí, para que la reacción química funcione, la sensación de miedo debe ir acompañada de un sentimiento de seguridad que nos garantice que estamos a salvo y nada malo puede ocurrir. De lo contrario, el miedo derivaría en ansiedad y no habría lugar para el disfrute. El armario entreabierto, el pasillo oscuro, esa muñeca de porcelana… Halloween es, además, uno de los pocos días del año en los que cualquiera puede expresar a los cuatro vientos cuál es su miedo irracional más profundo. Realizar una confesión de este calibre y descubrir que otro u otra comparte dicho temor ayuda a las personas jóvenes a sentirse comprendidas, a integrarse en el grupo y a reforzar su propia personalidad.

4- La fascinación por la muerte. Quizá porque todavía la ven muy lejana, jóvenes y adolescentes, tienen una visión más idealizada y romántica de la muerte de la que tenemos los adultos.  Esta suerte de fascinación hace que les atraiga todo lo que está relacionado con la parca y que, por tanto, jugar a ser almas en pena por una noche les parezca un plan de lo más atractivo. Además, banalizar la muerte, reírse con y de ella, “sacarla de fiesta” durante unas horas, en el fondo no es sino un efectivo mecanismo de defensa para aceptar que, tarde o temprano,  todos y todas dejaremos de existir.

5- La celebración de la vida. Si, tal y como les recuerda despiadadamente la Noche de Brujas, algún día morirán, es porque hoy están vivos y vivas.  Esta fecha es una invitación para celebrarlo bajo la premisa del Carpe Diem. Sabemos que adolescentes y jóvenes se identifican fácilmente con este eslogan vitalista que les invita a “vivir el día” y a aprovechar el momento como si no existiera un mañana. Ánimas, que no amanezca,  rezaba una canción típica mexicana muy apropiada para estos días. No es fácil encontrar una ecuación en la que encajen la muerte y la alegría pero Halloween consigue integrar estos dos factores a la perfección.

6- El maquillaje low cost. Al igual que ocurre con los disfraces. El maquillaje es un estupendo mecanismo de desinhibición y búsqueda del alter ego más escondido. Con el arsenal de tutoriales con el que cuentan redes sociales como Youtube, con unos pocos euros y varios materiales caseros, jóvenes y adolescentes pueden convertirse en una catrina, un alienígena o un monstruo de la Laguna Negra de lo más convincentes.

7- Cocinar dulces y postres típicos. Pastel de calabaza, brownies con castañas, buñuelos de viento… Todos ellos son dulces de receta fácil que adolescentes y jóvenes pueden preparar de forma conjunta para pasar un buen rato, socializar, y mejorar su capacidad para trabajar en equipo. Galletas caseras de fantasmas y vampiros, cupcakes con toppings terroríficos, tartas con fondant de color naranja y negro… Al tratarse de una fiesta temática, la cocina se perfila, además, como un escenario de creatividad donde los límites solo los marca su propia imaginación.

8- La decoración. Calabazas talladas, guirnaldas, luces de colores y otras manualidades también les permitirán dar tienda suelta a toda su fantasía a la hora de realizar los preparativos de la fiesta de Halloween. Todos los momentos previos a la celebración les ayudan, además, a valorar y tomar conciencia del momento que están viviendo, a crear expectativas positivas y a alargar la diversión.

9- Un acercamiento a la lectura. Ya sea como fuente de inspiración para sus disfraces o simplemente para contagiarse de su ambientación lúgubre y lóbrega, la noche de Halloween puede ser una excusa más que legitimada para que los y las jóvenes se acerquen a la literatura… ¡de terror! Por supuesto, nos estamos refiriendo a clásicos universales que, sin la percha del 31 de octubre, podrían pasarles desapercibidos. Drácula, de Bram Stoker (1897); Frankenstein, de Mary Shelley (1818); El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hyde, de Robert Louis Stevenson (1886); Otra vuelta de tuerca, de Henry James (1898); La maldición de Hill House, de Shirley Jackson (1959); Fausto, de Ghoethe (1790); El gato negro, de Edgar Allan Poe (1843)… Estas y otras lecturas pueden ayudarles a conocer el origen de los monstruos, fantasmas y villanos que, año tras año, eligen abanderar e interpretar en esta misteriosa noche.

10- Y otro acercamiento al cine. Lo mismo ocurre con el Séptimo Arte. ¿De dónde proviene la invasión de disfraces de zombie que nos acecha detrás de cada esquina de cada calle desde hace unos años? Pues de La noche de los muertos vivientes, de George A. Romero (1968). ¿Y las mascaras de Guy Fawkes? De V de Vendetta, de James McTeigue (2005) ¿Qué hay del desfile variopinto de asesinos enmascarados y armados con los instrumentos más bizarros? La culpa de esta fiebre la tienen slash movies como Viernes 13, de Sean S. Cunningham (1980), o Pesadilla en Elm Street, de Wes Craven (1984). ¿Y de dónde vienen las niñas malditas que se pasean en camisón blanco como alma que lleva el diablo? Sin duda, de la mítica El Exorcista, de William Friedkin (1975). Todas ellas, películas que, a pesar de su contenido violento y no apto para todos los paladares, ya se han convertido en clásicos del género del terror.

11- No es una fiesta tan americana como creemos. En el siglo IV, España celebraba el Día de Todos los Santos el día 13 de mayo en conmemoración de los mártires perseguidos durante los inicios del Cristianismo. El Papa Gregorio III trasladó esta fecha al 1 de noviembre con la intención de sustituir la festividad pagana de Samhain, origen del Halloween anglosajón por excelencia. Se creía que en la noche de Samhain los muertos se levantaban de sus tumbas para mezclarse entre los vivos. Los druidas se dieron cuenta y empezaron a disfrazarse de almas en pena para engañar a la muerte y evitar así que esta les llevara con ellos.

12- En octubre también pueden ocurrir cosas alegres. Atrás queda el verano, la playa, las vacaciones. Atrás queda también el mes de septiembre con el inicio de las clases y todos los cambios, novedades, retos y desafíos que siempre trae consigo. Para colmo de males, empieza el mal tiempo y todavía faltan dos meses para la Navidad. Octubre necesitaba el empujoncito de la Noche de Brujas para no convertirse en el mes más triste del año para los y las jóvenes ¿Qué mejor idea que sumarse a una fiesta que (recapitulando) promueve disfraces locos, pasteles de calabaza, maquillajes rocambolescos, pelis de miedo y sustos contenidos?

13- Comer castañas. Hablando de octubre, la Noche de Brujas está próxima en el calendario a las fiestas en torno a la castaña que se realizan en distintos puntos de la geografía española. El Samaín gallego, el Mangosto cántabro, el Amagüestu asturiano o el Gaztañerre Eguna vasco son buenas ocasiones tanto para disfrutar de uno de los frutos más representativo del otoño como para contagiarse de una tradición típica de nuestro país en esta época del año.

Por todos estas escalofriantes razones,

¡FELIZ NOCHE DE HALLOWEEN A TODOS Y A TODAS!

*Arancha Sanz Seligrat es la community manager de la Fad. Dentro de esta institución, también ha sido técnica de cooperación en República Dominicana. Licenciada en Periodismo y Máster en Periodismo Digital, su trayectoria profesional ha transcurrido entre editoriales, agencias de noticias y oenegés.  Es una apasionada de la escritura creativa, los pugs y la cultura de Internet.