Autor: Alicia Avilés Pozo
1 octubre, 2018

Desde su nacimiento y eclosión en los años 80, el arte urbano se ha ido convirtiendo en una parte innegable de nuestra cultura

Repasamos algunos de los estudios y reportajes más precisos que se han realizado para comprender su innegable vínculo con los jóvenes y con la protesta social

Sus contenidos, sus mensajes, su versatilidad y su objetivo de denuncia han convertido estas expresiones creativas en el nuevo arte de nuestro siglo  

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Si preguntamos a varias personas qué imagen se les viene a la cabeza con la palabra grafiti, unos pensarán inmediatamente en el garabato, la pintada ilegible que afea la fachada más blanca de su edificio o su tren diario; otros seguramente nos hablarán de Banksy y todo el misterio de su anonimato, y algunos más pensarán en la intervención artística con la que su barrio se inundó de color y de denuncia social. Así de versátil y de complejo es hoy el arte urbano, el ‘street art’ o el arte en la calle. Es decir, hasta en su denominación. Grafiti es la mejor denominación por ser la que mejor recuerda su origen y la que se mueve en el equilibrio entre la pintada ilegible y el arte más sofisticado. No deja de ser un arte cercano y casi siempre hecho por jóvenes, que todos conocemos de una forma u otra y que ha desatado todo un compendio de estudios, la gran mayoría de ellos centrados en el debate (muy reduccionista) sobre si es arte o vandalismo.

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Obra de Banksy

Hay una premisa que de entrada suele estar equivocada. Mientras los expertos dicen esto o aquello, ¿cómo se consideran a sí mismos los grafiteros y las grafiteras? Aquí también hay para todos los gustos, pero en la mayoría de los casos no es el arte lo que buscan, con toda su subjetividad y que siempre dependerá de quien lo mira. También conviene recordar que en su mayoría están vinculados a la cultura del hip hop o con otras muchas de carácter transversal. Son transformadores, agitadores y gestores culturales, muchas veces involuntarios.

La primera tesis doctoral sobre cultura urbana la realizó el periodista, fotógrafo y profesor Francisco Reyes Sánchez para la Universidad Complutense de Madrid, tras más de 25 años compartiendo las experiencias de grafiteros artistas de todo tipo (muchas de ellas las ha plasmado en el programa ‘Ritmo Urbano’ de La 2). Él diferencia entre la pintada sin voluntad de estilo y el grafiti, que circunscribe a una firma o un mensaje, que puede remontarse hasta la pintura rupestre, hasta los mensajes en las paredes de Pompeya, hasta las marcas de los vikingos cuando arrasaban un poblado o hasta las demarcaciones del territorio por parte de las bandas en Estados Unidos en los años 50 y 60.

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Obra de Muelle – Cultura Colectiva

Pero como tal, el grafiti en España se desata con Muelle (Juan Carlos Argüello), en plena Movida Madrileña, cuando este componente del grupo de punk Salida de Emergencia empezó a inundar con su apodo las paredes de Madrid. Al principio, desde 1977, solo por su barrio, y hacia 1981 ya se había extendido por toda la ciudad. En los años 90 ya era prácticamente un mito de la cultura urbana. En su estudio, el profesor Reyes destaca que prácticamente  estuviera haciendo lo mismo que hacían otros al otro lado del planeta pero sin saberlo. El fenómeno del ‘street art’ se extendía imparable por todo el mundo.

Hoy en día España es un perfecto espejo de su variedad multiplicadora. Tuenti ha realizado en varias ocasiones los ranking de los grafiteros más jóvenes o los más conocidos. Entre ellos se encuentra el grupo Boa Mistura, los encargados de la famosa campaña “Madrid, te comería a versos” mediante la que pintaron las aceras y pasos de peatones de la capital con frase de cantantes. Además, han trabajado con intervenciones colectivas desde Sao Paulo hasta Berlín:

 

Borondo es uno de los más conocidos también a nivel internacional, ya que fusiona el grafiti con los clásicos, al igual que sucede con las formas geométricas imposibles de Anna Taratiel y los aerosoles salvajes de Zosen. Por su parte, Suso33 es el mayor exponente de los artistas urbanos españoles: ha hecho escenografías para el Teatro Real, el Centro Dramático Nacional, la Biblioteca Nacional o la Pasarela Cibeles. Ha expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza, Caixa Forum, el CAAM, Museo de Arte Contemporáneo de Bucarest y en galerías de todo el mundo. Lleva creando en las calles desde 1984.

¿Cuál es la conclusión a la que llega el periodista y profesor tras haber pasado tantos años de su vida conviviendo con grafiteros? Considera que el debate sobre arte o vandalismo ha sido superado, sobre todo porque “son reacios, les cuesta, no creen en ello”. “¿Graffitis que al estar en la calle son suciedad y vandalismo y que en el momento en el que entran en una galería es arte? Sinceramente creo que todo esto no se sostiene, y me parece tan arriesgado decir que el grafiti es arte como decir que no lo es”, sentencia.

Francisco Reyes ha dirigido a su vez otras tesis doctorales tremendamente valiosas. Es el caso de ‘El fenómeno Banksy y otros artistas urbanos’ de Emilio Fernández Herrero.  En la misma elabora una tipología en cuanto a las intervenciones: entre las más tradicionales (esténcil, los stickers y los pósteres de engrudo, técnicas  que utilizaban los pioneros del arte urbano); las abstractas (pinturas más cercanas al concepto clásico de arte); las fotográficas (en grandes dimensiones o el miniatura, las más llamativas); las ‘morfing’ (transforman los elementos urbanos que hay en la calle o a partir de desperfectos de paredes o manchas), las instalaciones (que engloban a las intervenciones en las que se colocan distintos elementos sobre el espacio urbano, pero sin la necesidad de otorgar vida a los lugares intervenidos); y las exclusivas (el cajón de sastre en el que se encuentran las intervenciones realizadas con técnicas distintas, generalmente utilizadas por un único autor).

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Arte en las alcantarillas – Decoratrix

Lo cierto es que con el tiempo, han sido muchos los estudios, reportajes y monográficos sobre esta disciplina creativa. El grafiti ha adquirido dimensiones universales y numerosas ramificaciones, y las redes sociales del nuevo siglo han contribuido a su mejor conocimiento. La web Cultura Colectiva es una de las que mejor lo conocen y ha publicado en varias ocasiones informaciones orientadas a eliminar los prejuicios que todavía siguen presentes en la sociedad. Hace unos años publicó uno de sus artículos más interesantes sobre la supuesta “ilegalidad” de estas manifestaciones urbanas en base a las investigaciones realizadas en ciudades como Barcelona o Montevideo.

La conclusión es que hablar de arte “fuera de la ley” hoy no tiene sentido.  Estas manifestaciones han evolucionado hacia una indudable creatividad y hoy más que nunca se realizan en espacios cedidos por los propios vecinos o dueños de locales. Aquí entran en juego los denominados “muralistas” y casi siempre realizan sus trabajos sin remuneración.

“Las lógicas que constituyen la conformación de cada ciudad expresan en el territorio un crisol de contenidos simbólicos; dependiendo de las disposiciones y normas que tenga la ciudad”, afirma esta web. Esta es la prueba de que haya ayuntamientos que han terminado por regularlo. Y en caso contrario, es la propiedad privada la que decide.  Si el arte urbano traspasa esa legalidad, si acude a las cocheras del metro, si se manifiesta en edificios abandonados, invade sin permiso lugares públicos, la situación es más compleja, aunque en ocasiones haya sido incluso aceptada como tal.

Aparte, como comentábamos, es en las redes sociales donde el arte urbano ha encontrado su mejor hueco. Y más concretamente en Instragram. Ahí los artistas urbanos han conseguido su espacio creativo más libre. Ahí no hay límites y podemos viajar de una punta a otra del mundo para conocer una obra tremendamente variada, del realismo más aterrador a la abstracción profunda.

El mexicano @farid_rueda es uno de los más conocidos por su fusión de la modernidad y folclore de su país, al igual que @cixmugre. De hecho, la mexicana es toda una generación de artistas. Recientemente, la revista Metamorfosis publicó un elaborado estudio sobre las estéticas urbanas como generadoras de capital social. Se centra en los grafitis creados por jóvenes en colonias populares en San Luis de Potosí y explica que para millones de jóvenes en América Latina y en especial en México, las calles se han vuelto espacios caracterizados por la violencia en cualquiera de sus expresiones.

Sin embargo, aún en estos escenarios de peligro e incertidumbre, hay grupos de jóvenes que se caracterizan por ser generadores de procesos creativos. Una manera de recuperar espacios para los jóvenes es a través del grafiti; ya que el trabajo que hacen los jóvenes en las calles es uno de los caminos que permite la recuperación de muchas de las facultades perdidas en la ciudad (solidaridad, integración, convivencia y creatividad). ¿Una forma de recuperar espacios urbanos puede, a su vez, contribuir a salvar a la gente joven de situaciones de conflicto y violencia? En este caso parece que sí

Otros nombres fundamentales para instragramers son los de @okudart, los españoles @reskatestudio y @mr_aryz, junto al argentino @felipepantone. Pero, ¿qué hay de las mujeres? Hace dos años el libro ‘All City Queens’ reunió el trabajo de las mujeres más famosas y respetadas del arte urbano. El libro es obra de la grafitera británica Syrup tomando como legado la obra ‘Graffiti Woman’ de hace 15 años. En las doscientas páginas del libro podemos encontrar obras de más de cien grafiteras, entre ellas Musa, todo un clásico del graffiti barcelonés y la española con mayor proyección en la escena internacional. La lista incluye nombres tan conocidos como Utah, Mickey, Miss 17, Claw, Klor 123, Lady Pink o Candie.

El nuevo arte del siglo XX está más que consolidado. En su expresión más pura, más de calle, no hay galeristas que lo subasten. No hay especulación ni mercadeo. En la mayoría de los casos es el regalo que muchos jóvenes hacen al mundo de manera colectiva y desinteresada. Con el tiempo ha sabido encontrar su espacio de forma local, vecinal y comunitaria. Vino para quedarse.