Autor: Gema Calderón Aguado
20 octubre, 2017

En España hay 43.000 niños, niñas y adolescentes bajo tutela estatal y la mayoría de ellos y ellas viven en centros de Menores, solo un 14% están en familias de acogida o en otros pisos asistidos. Cada año 2.500 cumplen la mayoría de edad y deben abandonar estos centros. La falta de conocimiento sobre los lugares donde se han hecho mayores hace que las chicas y chicos que salen de ellos tengan el estigma de conflictivos, cuando la realidad es otra.

A través de algunos testimonios recogidos en el ABC semanal nos hemos interesado un poco más por la realidad de estos y estas jóvenes. Este colectivo es víctima de factores muy diversos: negligencia, dificultades económicas, desatención, violencia de género entre los progenitores, maltrato… La investigación “Jóvenes sin tiempo: riesgos y oportunidades de los jóvenes extutelados en el tránsito a la vida adulta” publicada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud  nos ofrece algunos datos más, de interés, acerca de este tema.

Según esta investigación, la percepción que tienen las y los jóvenes respecto al sistema familiar es bastante negativa: 51,1% manifiesta no tener una buena relación con su familia, el 40% expresa que su familia no le ha ayudado en nada desde que salieron del centro y hay un 8,9% que afirma que la familia sí les está ayudando. En cuanto a sus amistades, son principalmente de los centros donde han estado, seguidas de los amigos y amigas del barrio y del colegio, en ese orden. Es importante destacar que hay un porcentaje de jóvenes que manifiesta que no tiene amigos/as.

Cuando se habla del tránsito que realizan hacia la vida adulta, se ha podido comprobar que un gran número de jóvenes no piden ayuda a nadie porque se sienten preparados para afrontar los problemas de forma autónoma, pero también hay un porcentaje elevado que afirma haber pedido ayuda a los educadores y educadoras de los centros. Entre los aspectos más difíciles que han señalado en este cambio de etapa han mencionado la responsabilidad que tienen que asumir, seguida de la pérdida de los compañeros y compañeras que han estado en su misma situación de tutela. Durante su estancia en centros/pisos de protección muchos de los y las jóvenes participan de programas de preparación para este cambio. El 88,1% ha considerado que han aprendido mucho o bastante, sobre todo en temas relacionados con el ser independientes, controlarse, aprender a tomar decisiones, respetar a los demás, mejorar sus habilidades sociales… Los centros los preparan para tener buenos hábitos de vida.

Acerca de los estudios, entre quienes se encuentran estudiando en la actualidad, al 82,4% le gusta lo que está cursando y el 88,2% dice que proseguirá con sus estudios en un futuro. Si hablamos de su relación con el trabajo, a la gran mayoría les gusta lo que hacen y se sienten bastante bien, además de valorados y respetados.

Está claro que hacerse mayor nunca es fácil, pero en su caso tiene más mérito todavía. Mérito compartido con quienes les han acompañado en esa labor de tutela que parece ser desconocida cuando les seguimos tratando de ovejas descarriadas a pesar de todos los esfuerzos que se realizan por todos y todas los que viven y trabajan en los centros de menores.