El papel de los padres es muy importante para la prevención del consumo de drogas: por nuestra condición podemos contribuir positivamente a evitar, reducir o retrasar el consumo de drogas de nuestros hijos e hijas. No obstante, dado que las drogas son una realidad que ha estado, está y estará presente en la sociedad, el objetivo último debe ser favorecer en ellos y ellas el desarrollo o adquisición de aquellos recursos personales que les permitan vivir en un mundo en el que existan las drogas sin que éstas les supongan un riesgo destacado o les genere problema relevantes en sus vidas.

Tradicionalmente se ha considerado que informar acerca de las consecuencias de las drogas es la estrategia preventiva por excelencia. Cabe suponer que, de esta manera, la persona se hace consciente de los efectos negativos que le traerá el consumo de una sustancia y, en consecuencia, la evitará. Pero todos sabemos que la realidad no es tan sencilla y que el hecho de disponer de información suficiente acerca de las consecuencias de un consumo, no provoca la disminución de éste.

Es preciso, por tanto, una actuación más global, multidimensional y profunda.

Durante las últimas décadas se han realizado muchas investigaciones acerca de las causas que influyen en la gente para que tomen drogas aun sabiendo que son peligrosas. A partir de tal análisis, se ha determinado un gran abanico de factores o condiciones que contribuyen a que se realice esa conducta o a que puedan surgir problemas por hacerlo. Se trata de los conocidos como factores de riesgo, que podemos definir como “aquellas circunstancias o características personales, ambientales o relacionadas con la sustancia, que aumentan la probabilidad de que una persona se implique en el consumo de drogas y éste llegue a causarle problemas”.

Es necesario aclarar que cuando hablamos de factores estamos siempre aludiendo a probabilidades. Así, la existencia de uno o incluso varios en una persona no quiere decir que vaya a producirse inevitablemente el consumo. Los factores de riesgo suponen un aumento de la probabilidad de que se dé un consumo o del riesgo que aparezcan complicaciones ligadas a éste.  A continuación hemos elaborado un cuadro-resumen de los factores de riesgo:

 Vinculados a la persona:

  • Edad
  • Baja Asertividad
  • Falta de conformidad con las normas sociales
  • Elevada necesidad de aprobación social
  • Dificultad para el manejo del tiempo libre
  • Fracaso escolar o laboral
  • Falta de habilidades para tomar decisiones o resolver problemas
  • Expectativas positivas respecto a las consecuencias del consumo
  • Baja autoestima
  • Elevada búsqueda de sensaciones
  • Escasa tolerancia a la frustración
  • Rebeldía
  • Falta de alternativas de ocio saludable
  • Falta de habilidades sociales
  • Falta de conocimientos sobre drogas
  • Actitud favorable hacia las drogas

Vinculados al medio ambiente

Factores microsociales (de los grupos sociales cercanos):

  • Ambiente familiar
    • Baja cohesión familiar
    • Clima afectivo inadecuado
    • Estilo educativo familiar (exceso o defecto de disciplina)
    • Tolerancia familiar al consumo (consumos en la familia y/o permisividad)
  • Ambiente escolar
    • Falta de integración
    • Tolerancia al consumo de drogas en el medio escolar
  • El grupo de iguales
    • Relación con amigos consumidores
    • Presión de grupo hacia el consumo
    • Normas grupales, actitudes y valores propios del grupo
    • Consumo de drogas como alternativa exclusiva de ocio

Factores macrosociales (culturales, de la sociedad en general):

  • Disponibilidad y fácil acceso de drogas
  • Tolerancia social hacia el consumo de determinadas sustancias (alcohol,…)
  • Falta de recursos, difusión o facilidades para el empleo saludable del ocio
  • Publicidad de drogas legales, que enganchan con valores asociados a necesidades básicas de la persona
  • Planificación urbanística
  • Clima social (competitividad, búsqueda de éxito..): Valores contradictorios, contrarios a la salud,… 

No obstante, es necesario tener en cuenta todos los múltiples aspectos que intervienen en el comportamiento de nuestros hijos e hijas. No basta sólo con fijarse en los factores de riesgo, también es preciso tener en cuenta las bazas que juegan a su favor. En ese sentido hablamos de los factores de protección, que no siempre son el reverso de los de riesgo, sino que aluden a sus capacidades, su potencial, su red de apoyo emocional, la estructura de su personalidad o sus recursos de comunicación, entre otras muchas circunstancias. Desde nuestra condición de agentes naturales de prevención, padres y madres podemos favorecer muchos de esos factores de protección, que fortalecerán a nuestros hijos e hijas para afrontar situaciones problemáticas en relación al consumo de drogas.

La vulnerabilidad frente a los riesgos relacionados con el consumo de drogas, dependerá del equilibrio particular y dinámico que exista entre la presencia de factores de riesgo y de protección.