Autor: Fad Juventud
10 diciembre, 2012

  • A pesar de ello, un 46% de adolescentes se muestra proclive a que existan criterios normativos sobre los programas dirigidos a los menores de edad y apelan a la responsabilidad de las cadenas de televisión a la hora de configurar la programación destinada a menores.
  •  Esta es una de las conclusiones que se extraen de la investigación “Consumo televisivo, series e Internet” que presenta una visión completa de los hábitos, gustos e intereses así como de las percepciones y valoraciones alrededor de la televisión de los adolescentes madrileños (14-18 años).
  • El estudio está realizado por la FAD, Obra Social Caja Madrid y el Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid.
  • Al hilo de los datos del estudio se ha presentado un vídeo viral que se ha elaborado para difundir en redes sociales. El vídeo está disponible en el Canal Youtube de la FAD.
  • Además, tras la presentación de los resultados de la investigación se ha celebrado un breve coloquio en el que han participado los guionistas Pablo Tobías y Virginia Yagüe; el psicólogo Antonio Gamonal y estudiantes del Centro de Formación Padre Piquer.

 (Madrid, 11  de diciembre de 2012).- Más de ocho de cada diez adolescentes madrileños creen que sus padres no deben decidir sobre lo que ven o no en televisión. Sin embargo, frente a esta apelación a la “autorregulación”, en torno al 46% de ellos afirma mostrarse partidario de que existan normas que indiquen qué programas deben ver los menores de edad. En este sentido, realizan también una apelación a la responsabilidad de las cadenas de televisión a la hora de configurar la programación destinada a los menores.

Por su parte los padres comparten mayoritariamente la idea de la necesidad de disponer de criterios sobre lo que deben o no ver los adolescentes, apelan a la responsabilidad de los medios de comunicación e incluso piden que determinados contenidos como las series juveniles se estructuren de forma educativa mostrando modelos de comportamiento adecuado, moralejas, o que al menos eviten tratar temas peligrosos.

Esta reclamación contrasta con la afirmación del  80% de los adolescentes madrileños que afirma que las series juveniles de televisión les influyen poco, nada o casi nada en su comportamiento frente al 12,8% que opina que les influyen mucho, para bien (4,1%) o para mal (8,7%).

Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio “Consumo televisivo, series e Internet. Un estudio sobre la población adolescente de Madrid”, realizado por la FAD, Obra Social Caja Madrid y el Instituto de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid, que aborda la relación de los jóvenes madrileños de 14 a 18 años con la televisión y en concreto con las series juveniles.

La rueda de prensa de presentación del estudio ha sido ofrecida por el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín; la subdirectora general del Instituto de Adicciones del Ayto. de Madrid, Nieves Herrero; la directora de Integración Social de Obra Social Caja Madrid, Paloma Perezagua; y el director general de la FAD, Ignacio Calderón. Los datos han sido expuestos por el director técnico de la FAD, Eusebio Megías.

LAS SERIES JUVENILES: REALIDAD E INFLUENCIA

Si hablamos de influencia, los propios jóvenes reconocen formalmente un bajo nivel de condicionamiento de su comportamiento o identidad motivado por las series juveniles de televisión. Del conjunto de encuestados, entre el 7% y el 11% están muy de acuerdo con que las series les aportan ideas sobre la moda, la forma de comportarse, los problemas y cómo resolverlos, los sentimientos, las drogas, el sexo y las relaciones con los iguales y con los adultos.

¿Influyen las series juveniles en tu comportamiento?%
Mucho, para bien4,1
Mucho, para mal8,7
Poco, ni para bien ni para mal43,6
Casi nada23,6
Nada12,9
NS/NC7,1

Aunque mayoritariamente los adolescentes afirman que las series juveniles no les influyen en su comportamiento, hasta un 32% reconoce que puede haber influencia (siempre refiriéndose a otros) en las relaciones con los iguales, 28% en la moda, 26% en la elección de amigos, 19% en las relaciones con los padres y alrededor del 15% en las relaciones con los amigos o la pareja, en los comportamientos frente a las drogas o el sexo, en las relaciones con los profesores, etc. Sólo el 4% cree que las series influyen en los valores y en la ideología, y el 10% niega cualquier influencia.

Los resultados de la encuesta muestran que los jóvenes reconocen que las series representan la realidad, pero son conscientes de que se trata de tan sólo una parte seleccionada de forma interesada por los guionistas. En su opinión, los aspectos mejor representados en las series son los personajes adolescentes, sus vivencias y problemas; y lo peor representado, la realidad de los centros educativos, los personajes adultos y la relación con las drogas y el sexo.

MEJOR REPRESENTADOS % personas que lo señalan% personas que lo señalanPEOR REPRESENTADOS
Los personajes adolescentes45,9%40,5%La realidad de lo centros educativos
Las cosas que les pasan a los adolescentes32,2%27,7%Los personajes adultos
Los problemas que enfrentan adolescentes28,2%27,1%La realidad de la relación con las drogas
Los riesgos a los que se pueden enfrentar26,9%24,8%La realidad de la relación con el sexo

Por otra parte, a pesar de que las series denominadas juveniles son el icono más evidente de lo que preocupa a padres y madres en la programación televisiva, no son precisamente lo que más gusta a los y las jóvenes, ni lo que más dicen seguir en televisión.

¿QUÉ VEN LOS ADOLESCENTES? % PERSONAS
  Películas   89,1%
  Series humor españolas   84,0%
  Series animación humor y sátira 79,8%
  Programas deportivos   61,8%
  Magazines humor   59,9%
  Series ficción juvenil españolas 58,4%
  Concursos   58,2%
  Series policiacas y acción 57,8%
  Programas viajes y reportajes 52,1%
  Informativos, documentales ,debates 51,7%
  Series humor extranjeras 49,7%
  Series ficción dramática extranjeras 47,7%
  Programas musicales  45,3%
  Programas coach   41,9%
  Series ficción dramática españolas 41,3%
  Reality shows   36,0%
  Programas para relacionarse 35,0%
  Talent shows   34,3%
  Series fantásticas   32,2%
  Series animación no humor 29,3%
  Series ficción juvenil extranjeras 28,3%
  Talk shows   27,2%
  Programas del corazón 23,3%
  Series ficción infantiles   16,0%

En cualquier caso, centrándonos en las series, hay que subrayar que, para adolescentes y jóvenes, lo más valorado en ellas es el entretenimiento, ratificando la idea de que en la televisión se busca diversión casi exclusivamente.

CONSUMO DE TELEVISIÓN: ¿SOLOS O EN FAMILIA?

En este momento, no existe prácticamente hogar que no disponga, al menos, de un receptor de televisión. De nuestra población objeto de estudio, la mitad cuenta, además, con un aparato propio en su habitación.

La experiencia de visionado de los adolescentes es cotidiana e intensa: casi la mitad de los menores dicen ver más de dos horas diarias, y casi la otra mitad entre una y dos horas, una intensidad y frecuencia tanto mayores cuanto menor es la edad del adolescente. En la mayoría de los casos la mayor frecuencia se establece con la televisión compartida por la familia, sobre todo en los días laborables, y en horarios de tarde/noche.

En concreto, y es importante resaltarlo puesto que contradice ese discurso que habitualmente señala que ya no se ve televisión en familia, hay que decir que la mitad de los adolescentes a los que hemos preguntado sólo ven la tele familiar puesto que no dispone de receptor propio. Pero, incluso esa otra mitad que sí lo tiene, ve más la televisión familiar: alrededor del 30% dedican dos o tres horas a hacerlo, mientras que los que emplean el mismo tiempo en ver su propio receptor es sólo el 12%; el porcentaje de los que dedican un tiempo de una o dos horas diarias, lo reparten por igual en el visionado solitario o en grupo; Y sólo aquéllos que emplean poco tiempo en ver programas televisivos (menos de una hora al día) prefieren hacerlo en soledad (24% frente al 10% que lo realizan con la familia).

La elección sobre lo que se ve, siempre desde la perspectiva de los menores, es consensuada en la inmensa mayoría de los casos, pesando algo más las opiniones de padres y madres, a pesar del tópico adulto de que son los adolescentes quienes mandan en el mando. En las escasas ocasiones de conflicto (60% de los jóvenes nos cuentan que esos conflictos no se dan nunca o casi nunca, y un 25% que pocas veces) es más por diferencias de gusto que por discrepancias respecto a la inadecuación de los contenidos.

¿QUIÉN DECIDE LO QUE SE VE EN FAMILIA? %
Casi siempre los padres 14,6
Casi siempre los hijos 9,7
Entre todos, pero más los padres 41,7
Entre todos, pero más los hijos 34,0

El escenario general, que en buena parte mantiene la televisión en familia, indica que estamos, al menos en cierta medida, en un espacio de gustos compartidos. En general parece haber mucha programación en la que adultos y jóvenes coinciden, aunque sea porque están muy trabajadas las fórmulas para conseguir captar a diferentes públicos en un mismo formato, aportando distintos elementos de identificación y enganche.

PADRES Y MADRES, CONOCEDORES

Frente a los prejuicios e inquietudes manifestados por padres y madres, lo cierto es que adolescentes y jóvenes manifiestan una realidad en la que sus progenitores son, claramente, conocedores y cómplices de sus usos televisivos.

El 78.4% de los y las adolescentes aseguran que sus padres conocen lo que ven; incluso conocen mucho (22%) o bastante (38%) las series que ven cuando están solos. Además, conociendo lo que ven sus hijos e hijas, a los padres les parece bien (54%), lo respetan al margen de lo que les parezca (27%), o lo toleran aunque no les gusta (13%). Coherentemente, los chicos y chicas nos dicen también que sus padres no les dicen qué deben y qué no deben ver, nunca (46.9%) o pocas veces (35.8%). Según los entrevistados, los progenitores se mueven entre la tolerancia y la comprensión hacia las preferencias de sus hijos y que, incluso suponiendo que las series presenten, aún de manera leve, ciertos aspectos comprometidos (presencia de sexo, drogas o situaciones violentas), no se ven impulsados a coartar la libertad de elección puesto que se reconocen limitadas capacidades de influencia en los comportamientos e incluso se duda de tener una representación fiel de la realidad juvenil. En casa, hemos visto, no se discute por la televisión, y cuando existen conflictos tienen más que ver con la diferencia de gustos que con cuestiones educativas.

Si esta es la percepción de hijos e hijas, la posición de las familias se reafirma en el miedo al descontrol desde la red. Internet se configura como el chivo expiatorio de la preocupación, incrementada por la inseguridad tecnológica, representando un espacio teóricamente vedado para padres y madres, inaccesible de cara al control, cuando de hecho el control tampoco parece ejercerse en los espacios accesibles.

“Consumo televisivo, series e Internet” se centra en el análisis tanto de los hábitos, gustos e intereses como de las percepciones y valoraciones alrededor de la televisión de los propios adolescentes, de las familias y de los diferentes agentes del sector.