Autor: Fad Juventud
9 octubre, 2014

•    El estudio analiza, en la situación de crisis actual, los valores de los jóvenes, los que éstos atribuyen al contexto, sus expectativas de futuro, y, especialmente, cómo han cambiado las actitudes de compromiso sociopolítico.
•    Los jóvenes españoles describen el presente como inestable, incierto e injusto. Especulan con una inmadurez casi “congénita” del carácter español. Responsabilizan de la situación, sobre todo, a los adultos. Se sienten engañados y desconfían del sistema.
•    Frente a ello, tanto los que defienden el modelo social tradicional como los que buscan su modificación, consideran el esfuerzo, la honestidad, la rebeldía o la responsabilidad como valores absolutamente necesarios para salir adelante tanto personal como socialmente. Formarse sigue siendo considerada la mejor estrategia de futuro, aunque son conscientes de que no es garantía.

(Madrid, 9 de octubre de 2014).- Los jóvenes españoles de 16 a 24 años no perdonan a los responsables de la crisis. Y aunque contemplan el contexto social en el que viven con un marcado escepticismo –lo califican de injusto, inestable o incierto, entre otras cosas- que les hace ser conscientes de las dificultades a las que se enfrentan, cada vez son más los que apuestan por actitudes de compromiso social y activo convencidos de que “la política no es solo cosa de los políticos”.

Éstas son algunas de las principales conclusiones de la investigación “Jóvenes y valores sociales (II). Los discursos” -realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, un centro privado e independiente creado por la FAD gracias al apoyo de Banco Santander y Telefónica- que ha sido presentada esta mañana en Madrid por Ignacio Calderón y Eusebio Megías, director general y director técnico respectivamente del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD.

La investigación analiza, a través de distintos grupos de discusión de jóvenes de 16 a 24 años, cómo a partir de la crisis desencadenada en el 2008 se ha modificado la visión de los jóvenes españoles acerca del contexto social que los rodea, de sus expectativas de futuro y, especialmente, cómo se están extendiendo actitudes de compromiso y cambio.

UNA NUEVA FORMA DE VER Y ENTENDER LA (ACCIÓN) POLÍTICA

Los jóvenes españoles culpan a las generaciones anteriores de la crisis que desde 2008 ha impactado en numerosos aspectos de su vida; el formativo, el laboral e incluso el familiar. Ante la idea, que se repite recurrentemente, de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, los jóvenes señalan que fueron otros (los poderosos, los gobernantes, el mercado…) quienes posibilitaron la debacle. Desde el discurso mayoritario, despojan de culpa a la ciudadanía “de a pie”, más aún a los jóvenes, a los que se ve como sujetos dependientes.

En general, culpabilizan a las instituciones “adultas” -de las que no se sienten partícipes- pero focalizan especialmente su desconfianza en la política tradicional y en la figura del político profesional.

Sin embargo, estos años de crisis han provocado que se detecte en el discurso mayoritario de estos jóvenes una nueva forma de entender la política como reacción ante cosas que preocupan, más allá de una posición global de adscripción ideológica. Los jóvenes niegan los cheques en blanco a los partidos políticos o a sus representantes y tienden a una actitud más vigilante y participativa, escarmentados por los casos que periódicamente salen a la luz pública sobre corrupción y fraude.

Pese a que, mayoritariamente, siguen pensando que el cauce de participación ciudadana es el voto; de forma minoritaria pero creciente aparece la reivindicación de cauces de participación ciudadana directa y continua (a través de las nuevas tecnologías, por ejemplo), muy distintos y voluntariamente alejados de los habituales.

Y sobre todo, el estudio constata una vez más una cierta inflexión en la manera de ver la política por parte de los jóvenes: actitudes más implicadas, más abiertas a la participación colectiva, que trascienden la concepción de que “la política es cosa de los políticos”.

En definitiva, ahora cada vez más jóvenes sienten que también es cosa suya intervenir, opinar o actuar en el escenario colectivo. Pero no les satisfacen las vías tradicionales y buscan nuevas alternativas, fundamentalmente a través de las nuevas tecnologías.

VIDA EN PRECARIO, VIDA LOW COST

La crisis de los últimos años ha determinado cómo perciben y describen los jóvenes el contexto social en el que se mueven. Y, sin duda de forma mayoritaria, los jóvenes lo describen de manera pesimista y un tanto desesperanzada. Han asumido que deben revisar a la baja sus expectativas, fundamentalmente en relación con perspectivas o proyectos personales. La fantasía de estabilidad que caracterizaba los años de bonanza económica ha dado paso a la asunción de una vida en precario que encuentra su principal motivo en la dificultad para trazar una trayectoria laboral sobre la que edificar proyectos vitales.

Evidentemente no todas las personas viven igual la crisis; las diferentes situaciones de necesidad marcan de forma esencial las expectativas, y la clase social resulta una variable determinante.

Asumen que casi con certeza les tocará vivir una vida low cost, una vida en precario, y se resignan a la pérdida de no pocos derechos civiles y sociales de la ciudadanía.

¿CÓMO DESCRIBEN EL CONTEXTO?

(IN) ESTABLE

Dificultad para trazar una trayectoria laboral sobre la que edificar proyectos vitales.

(IN) CIERTO

El contrato social implícito por el que la inversión formativa aseguraba la inserción laboral y la posibilidad de trazar el proyecto vital deseado, se ha roto.

(IN) JUSTO

Estiman injusto que siendo “la generación más preparada” termine como “la generación perdida” por la falta de empleo. De ahí la tentación de desestimar el esfuerzo por inoperante.

Creen también que sólo las minorías poderosas tienen la opción de ganar; percepción que se completa con la creencia de que la impunidad es la norma en  los corruptos.

(IN) MADURO

Especulan con una inmadurez casi “congénita” del carácter español que ha provocado la situación.

Esta inmadurez nos ha conducido a una situación de desventaja (por creer a ciegas en el contrato social, por creer en nuestros líderes, etc).

(DES) MOTIVADOR

El camino que la sociedad acepta como adecuado (estudiar, para trabajar, para poder independizarte y tener acceso a una vivienda, para poder formar una familia…) sigue siendo el mismo pese a haber demostrado su falta de efectividad.

En cualquier caso, el inmovilismo no se considera una opción, y las trayectorias formativas se han revalorizado.

LOS VALORES Y ESTRATEGIAS QUE CONSIDERAN NECESARIOS: ESFUERZO, REBELDÍA, RESPONSABILIDAD Y FORMACIÓN

Para salir de esta situación, los jóvenes contemplan dos vías de enfrentamiento: la normalizada y la alternativa.

De forma mayoritaria, los jóvenes siguen apostando por una vía tradicional y siguen intentando construir su proyecto vital en torno a los mismos elementos que antes de 2008: Estudios, trabajo, hogar, familia, etc. Pese a la dificultad para alcanzarlos, tales elementos siguen dando forma a las expectativas, construyendo una opción casi única, cuando menos normalizada. Circunstancia que provoca una dualidad en la que es complicado encontrar el equilibrio: no debo salir del camino natural, pero las circunstancias me impiden recorrerlo en buenas condiciones.

Sin embargo, una minoría –pero que ha crecido exponencialmente en los últimos años- subraya la necesidad de salirse del terreno marcado creando un orden nuevo, y reinventando las oportunidades.

Independientemente de la vía por la que opten, los jóvenes españoles contraponen una serie de valores que consideran absolutamente necesarios para salir adelante. Tanto desde el punto de vista personal, como colectivo.

Frente a la resignación y el desencanto, el esfuerzo se constituye en el valor esencial para no rendirse y renovar expectativas. Esfuerzo que, más allá de las lógicas del estudio y el trabajo se constituye en una actitud vital, algo obligada en una coyuntura de dificultad. Además, es la única herramienta a disposición de las clases desfavorecidas.

Los jóvenes reivindican el sentido del esfuerzo y la honestidad como medio de ennoblecer la vida y de, al menos en teoría, corregir los antiguos errores que condujeron al país a la situación de grave crisis.

En una coyuntura en la que se hace evidente que hay mucho por lo que protestar, la mayoría de jóvenes asume que el valor rebeldía es más necesario que nunca, aunque muchos parecen asumir que el miedo puede convertirlo en impracticable.

En cuanto a las estrategias, a pesar de constatar el incumplimiento del contrato social implícito, los jóvenes siguen considerando a la educación y la formación las mejores opciones para la integración laboral. Además, asumen la necesidad de adaptar las expectativas a corto plazo, y de mostrar una actitud flexible y abierta frente a las exigencias contractuales. En esta tesitura, el riesgo es que se den por perdidos derechos civiles y sociales.

Los jóvenes asumen que deben integrarse en una sociedad que reconozca la responsabilidad individual de los actos, así como la participación de todos en la gestión colectiva. En este sentido, parecen integrar el valor responsabilidad, en relación a la situación en España y a las posibles soluciones.

Además, más que nunca, los jóvenes reclaman su derecho a tomar decisiones, tantear, elegir, rectificar; a enfrentar sus propios problemas, en definitiva. Ante la evidencia de que la sociedad y los adultos se han equivocado, señalan lo injusto que resulta despojarles de su derecho a equivocarse también, para con ello poder aprender de los errores y madurar.