Autor: Alicia Avilés Pozo
19 mayo, 2016

Desde el vidrio fabricado con excrementos de ciervo, hasta botellas vacías para no ahogarse en la piscina y escarabajos comedores de plástico. Son solo algunas de los cientos de ideas que han llevado a cabo los jóvenes participantes en Tenerife en la First LEGO League, un encuentro donde 116 equipos de menores de 16 años de 40 países han demostrado su capacidad para dirigir robots y proyectos científicos.

El objetivo del concurso, organizado por la Fundación Scientia y el Cabildo de Tenerife, es despertar las vocaciones científicas y tecnológicas entre los más jóvenes mediante un desafío temático anual –el de este año ha sido cómo gestionar los residuos–, que hay que resolver en tres partes.

El primer bloque y el más popular es el juego del robot, donde los participantes enfrentan a sus máquinas armadas con piezas, motores y sensores de LEGO a varias misiones (demoler un edificio, limpiar, reciclar material) durante dos minutos y medio. Para ello se preparan meses antes, en los que programan y ponen a prueba sus robots.

Las otras dos partes, que hay que explicar en inglés ante un jurado internacional, son demostrar cómo se han integrado valores esenciales en la competición (trabajo en equipo, creatividad, resolución de problemas) y la presentación de un proyecto científico. Después se consideran las tres puntuaciones y se establecen diversos premios.

En esta edición, un equipo alemán formado por ocho chicos y chicas de Heidelberg ha batido el récord mundial de puntuación en programación de robots, y el vencedor general ha sido el equipo brasileño Sesi Robotics School. No obstante, desde la organización destacan que “lo que descubrimos es más importante que lo que ganamos”.

Esto se hace patente en la multitud de proyectos de ciencia que han desarrollado los chavales, una faceta mucho más desconocida del concurso y que deja patente la capacidad de los más jóvenes para innovar y utilizar su creatividad científica en la defensa del medio ambiente.